La edición andaluza de ABC del domingo 9 de febrero publica un amplio reportaje firmado por nuestro técnico, Javier Cano. Puedes leer el texto completo aquí.
«UN TESORO POR DESCUBRIR ENTRE OLIVOS«
Un día después de que Titanic acaparase once estatuillas en la ceremonia de los Oscar, abría sus puertas el Museo Cerezo Moreno en Villatorres. Un espacio expositivo que, lejos de estar destinado al naufragio, continúa viento en popa de la mano de una obra artística de altos vuelos.
Sí, el legado que el gran pintor prefirió que perdurase para los restos en su patria chica supone una herencia creativa de primer orden que imprime al museo del maestro (y por extensión a todo el municipio) un compromiso ineludible con el estudio, la exhibición y la divulgación de un testamento plástico que hace de Villatorres no solo una geografía sentimental, sino el escenario propicio desde el que universalizar la producción de Francisco Cerezo.
Uno de los creadores indiscutibles del siglo XX y principios del XXI no solo para los jiennenses: también allí donde el fruto de su sensibilísimo talento alcanzó a conquistar y moldear miradas, a inaugurar una nueva manera de ver lo cotidiano, lo entrañable.
Y es que (lo escribió Coelho en El alquimista) “cuando tenemos los grandes tesoros delante de nosotros, nunca los reconocemos”, y en pleno mar de olivos, en Villargordo (uno de los tres núcleos de población del municipio junto con Torrequebradilla y Vados de Torralba), sigue por descubrir, para muchos, este auténtico tesoro cuyo catálogo derrocha calidad.
Fue Rembrandt quien afirmó que sin atmósfera, la pintura no es nada; de ahí que el Museo Cerezo Moreno procure a la obra de este genio del costumbrismo, de este monstruo del retrato, el paisaje y el bodegón, delicado coleccionista e inquebrantable defensor del patrimonio histórico-artístico, el mejor de los escenarios posibles, erigido con aire del mismo aire que el pintor destiló en su aliento durante los casi 87 años que duró su intensa aventura vital.
Allí, en su singular y amplia plaza más céntrica se eleva un edificio coronado por el reloj que marca el tiempo el pueblo a sus gentes, un cincuentenario predio que en su día fue consistorio y, desde 1998, alberga el Museo ‘Cerezo Moreno’, con el que se le rinde tributo cotidiano a su artista más universal.
Hijo predilecto del pueblo y con calle en su mapa urbano, Francisco Cerezo Moreno (1919-2006) anduvo por el mundo aunque siempre llevó su patria chica en su álbum de recuerdos más íntimo, y en cuanto los suyos se deshicieron en homenajes hacia su figura y obra, el pintor les correspondió generosamente donando a la tierra en la que abrió los ojos, lo mejor de su producción.
JAVIER CANO.
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